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Ir a nadar no es solo uno de los ejercicios más completos que pueden hacerse: también resulta especialmente gratificante y, en cuanto coges el hábito, no quieres dejar de hacerlo. Pero en este post no vamos a centrarnos en técnica ni en consejos para nadar.
Si quieres sacar todo el partido a tu entrenamiento y que la experiencia sea la mejor, necesitas conseguir un bañador cómodo, gorro, tapones para los oídos, gafas de natación para cuidar tus ojos… En definitiva: te hace falta un equipo de natación completo que debes mantener en las mejores condiciones.
Da igual el nivel al que nades: este accesorio debería ser utilizado por cualquiera que se lance a la piscina, y más si lo hace con una cierta regularidad.
Principalmente las gafas de natación nos aportan protección. Los ojos no solo son delicados ante los golpes que se producen inevitablemente dentro de la piscina, y mucho más si el deporte que realizas es en equipo, como el waterpolo.
Además, sumergirse sin gafas de natación puede derivar en irritaciones e infecciones oculares que resultan muy sencillas de evitar solo con ponérselas.
Por último, resaltar que también nos aclaran la visión bajo el agua. Es una función obvia pero que no cumplen cuando no las cuidamos como se debe.
Sigue estos sencillos consejos y conseguirás un tiempo de vida útil superior. Vas a ver que estas prácticas no te llevarán demasiado tiempo: solo es necesario tener un poco de cuidado.
Nada más salir de la piscina es importante que pongas tus gafas de natación bajo el grifo de agua fría del vestuario. De este modo, conseguirás eliminar los residuos de cloro y otros químicos que se utilizan en la piscina.
Recalcamos que se debe utilizar siempre agua fría. Si la utilizas caliente, corres el riesgo de afectar a las partes de goma y siliconas o, en el peor de los casos, incluso que las lentes se rajen por el cambio de temperaturas.
Otro error muy común es guardar las gafas de natación inmediatamente en su funda o en un neceser. Si quieres que duren lo suficiente y lo hagan en perfectas condiciones de uso, te recomendamos que no lo hagas así.
Asegúrate de guardarlas cuando estén lo más secas posible. Puedes dejarlas al aire pero, obviamente, nunca al sol ni bajo el secador de pelo por los motivos ya comentados. Si no secas las gafas de natación, es muy posible que el plástico pueda degradarse e incluso llegar a pudrirse por la humedad, además de ofrecer las condiciones perfectas para el crecimiento de hongos.
Para limpiar convenientemente tus gafas, lo mejor es que utilices un jabón neutro y agua fría o tibia. Sécalas con una gamuza suave para óptica, nunca con una camiseta o una toalla.
A toda costa deberías evitar los productos que contengan alcohol y otros componentes agresivos. Estos no solo pueden corroer determinadas partes de las gafas, como la montura y el resto de los plásticos, también afectarán a la capa antivaho. Para preservar esta cualidad, en el mercado hay disponibles sprays anti-empañamiento.
Por lo general, las gafas tienen su propio estuche o funda. Esto es más importante de lo que parece porque, a pesar de ser duras y resistentes, las gafas de natación no dejan de ser unas gafas.
Solemos llevarlas en la bolsa del gimnasio junto a muchas otras cosas. Si las guardamos de cualquier manera, estarán en contacto con otros objetos que pueden dañar la superficie de las lentes.
Por último, recomendarte que procures no dejar las gafas en una situación de alta exposición al calor. Evita dejar tus gafas dentro del coche aunque estén en su estuche, especialmente durante los meses de verano y primavera.
Fotos | Pexels.